sábado, 29 de septiembre de 2012

CAPÍTULO 3: EL AVIÓN DEL DESTINO

Hola, aquí les dejo el tercer capítulo, espero que les esté gustando. No os olvidéis de los comentarios y de  las manitas de colores. Creo que este capítulo va a ser emotivo, y a partir de aquí.... empezará lo más importante. Este un capítulo un tanto, decisivo.

¡Teléfonoooo!-Gritó mi madre desde la parte inferior de las escaleras. Supuse que debía ser temprano, pues aún no entraba demasiada luz por mi ventanal. Bajé rápidamente porque sabía que era importante.
¿Sí?-Pregunté- Sí, lo recuerdo, me visto y voy para allá ¿vale?, ¿Taylor ya está en tu casa?- Era Paola la que me había llamado. La conversación fue muy breve, tan sólo duró cinco minutos.

Tal y como le dije a Paola, subí a vestirme. Me arreglé un poco y me dispuse a ir a su casa. Habíamos quedado para ir a recoger los billetes de avión.
Cuando llegamos al aeropuerto y nos llegó el turno de recoger los billetes, noté que la actitud de Paola era un tanto tímida. Así que, le pregunté qué ocurría. No fue muy explícita, sólo me dijo que hoy no era su mejor día. Pero yo la conocía demasiado y sabía qué le ocurría. El problema era que nosotras partiríamos el día 3 de junio, y el día 5 ella cumpliría 17 años, y quería pasar un día especial con su familia. Pero Taylor y yo nos encargaríamos de que a pesar de la distancia, fuera un día especial para ella.
Ya teníamos en las manos nuestros billetes de ida, sí, así, es el billete de vuelta lo habíamos dejado en manos del destino.
Ninguna de las tres habíamos desayunado, así que nos dirigimos a una cafetería cercana.

Eran las once de la mañana, y decidimos preparar las maletas. Afortunadamente, las tres vivíamos cerca, así que Paola y Taylor fueron a sus respectivas casas a por todas sus cosas, para preparar las maletas en mi casa. Reconozco que pasamos una mañana a lo grande. No paramos de reír ni un momento, nos hicimos fotos, salimos al jardín.... Pero terminamos de hacer todas las maletas. Cuando teníamos todo listo eran las tres de la tarde, así que les propuse que se quedaran a comer en mi casa.

Ellas aceptaron, así que bajamos a la cocina a preparnos algo de comer. Decidimos hacer espaguettis, yo me los comí a la boloñesa, Taylor a la carbonara y Paola a los cuatro quesos.  Nos salieron exquisitos.

¿Y ahora qué?- Preguntó Paola mientras yo me comía el último espaguetti.
Ahora... ¿qué, de qué?- Continuó Taylor.
Que.... ¿qué nos queda por hacer? Es que estoy muy nerviosa, no se, tengo la sensación de que queda algo por hacer- Explicó Paola un toque de temeridad en su voz.
¡Claro qué sí!- Grité, cosa que sobresaltó a Paola.
¿El qué? No me asustes....- Dijo Paola.
Queda lo más importante, coger ese avión, el avión que nos llevará a cumplir nuestros sueños- Expliqué yo muy convencida. Ellas me miraron aliviadas y se levantaron a por el postre.

Los días siguientes nos los pasamos con los nervios a flor de piel. No dejábamos dehablar ni un instante, siempre conectadas.... Nuestras familias estaban nerviosas, se les notaba, porque sabían que teníamos 17 años ya, pero no olvidaban tampoco que siempre seremos sus princesas.

La noche del día 2, ni Paola, ni Taylor, ni yo dormimos. Yo me pasé la noche dando vueltas en la cama, escuchando música, conectada a twitter.... En cuanto vi que comenzó a amanecer me levanté, hice mi cama, recogí mi cuarto y aún en pijama bajé a desayunar. No quise despertar al resto de mi familia, ya que era demasiado temprano.
Una vez en la cocina y con el desayuno en la mano, me sento en alrededor de la mesa, en una las sillas más altas y pensé en todo lo que dejaba atrás, pero también en todo lo que estaba por venir. No me quería poner triste, porque sabía que hoy debía ser un día muy feliz.

Cuando estaba bajando las maletas al salón, oí el despertador de mis padres. Cuando ellos salieron yo ya estaba vestida, estaba en el baño terminando de arreglarme.
Mi hermana aún estaba dormida, así que le di un beso en la mejilla y le dejé una nota en la mesilla de noche.
Al pasar por la puerta de mi habitación me detuve, eché un último vstazo a lo que había sido mi rincón preferido de la casa durante tanto tiempo. Miré la cama y pensé que me disponía a coger un avión que me llevaría al lugar donde cumplir todos los sueños que había tenido en esa cama. Luego miré el suelo, con su linda alfombra rosa, y pensé que ahora pondría en marcha todos los planes creados con mis amigas desde aquella alfombra.
Antes de marcharme, miré hacia la ventana, esa que simulaba ser una gran piedra de un gran barranco. Yo misma elegí el diseño. Me senté unos segundos y divisé el precioso paisaje. Pasaría mucho tiempo hasta que volviera a sentarme allí. Aquellas habían sido mis vistas diarias durante muchos años... Las recordaría con nostalgia. Pero de pronto, me animé de nuevo, porque pensé en la cantidad de vistas nuevas que conocería.

Cuando me quise dar cuenta, estaba atravesando la puerta de salida ya había atravesado todo el jardín. Me giré sobre mi misma, y abracé a mis padres. Les recordé lo mucho que les quería y les pedí por favor que no estuvieran mal, que yo sabría cuidarme por mí misma.

Si necesitas algo no dudes en llamarnos¿vale?- Me repitió mi madre por enésima vez.
Sí, tranquilos, os llamaré siempre-Respondí.
Ten mucho cuidado por favor. No creo que podamos ir a despedirte al aeropuerto, ya sabes, estamos trabajando pero, te deseamos que tengas un buen viajes cariño.- Mi madre me lo dijo muy seria, pero yo sabía que no dejarían que me marchara así como así, es decir, sabía que iría al aeropuerto.

Cuando salí, el taxi ya estaba en la puerta, guardé las maletas, y me subí. Miré por la ventanilla y sentí un poco de lástima, porque mis padres tenían los ojos empañados. Ellos sabían que estaría bien, pero no podían evitar pensar que su hija estaba en un taxi que la llevaría a un aeropuerto, donde cogería un avión hacia lo desconocido, hacia lo nuevo, hacia otras emociones, experiencias.... Pero sabían que no estaba sola, y que era capaz de cumplir todo lo que me propusiera, además, ya se lo había demostrado varias veces.

Cuando llegamos  casa de Paola, ella y Taylor subieron al coche. Las tres nos miramos esperanzadas y pusimos rumbo al aeropuerto.
Taylor, con la espontaneidad que la caracteriza nos dijo que le apetecía gritar, así que bajó la ventanilla del taxi y lo hizo.

¡Aquí empieza nuestro viaje!- Gritó a todo pulmón. Luego, miró a la gente que pasaba y pensó en todo lo que dejábamos....

Cuando llegamos al aeropuerto aún era temprano, así que passamos un rato riendo, comprobando que lo teníamos todo.... y de nuevo las cámaras de fotos se conviertieron en protagonistas.

Llegó el momento de pasar los controles de seguridad para subir al avión. Pero antes nos dirigimos al baño, nos retocamos un poco el pelo, el maquillaje... y nos deseamos suerte. Al salir, estaban allí nuestras familias, corrimos hasta ellas, las abrazamos, nos dijimos todo lo que nos queríamos, nos desearon suerte y nos despedimos.

Y así, sin haber podido evitar derramar alguna que otra lágrima, nos encaminamos hacia ese avión, hacia el avión de nuestro destino. Cuando entramos, recorrimos el largo pasillo, nos sentamos al final, las tres juntas, nos dedicamos unas miradas de alivio, unas cálidas sonrisas y nos agarramos de las manos. Mientras la azafata terminaba de dar las últimas indicaciones de seguridad, cerramos los ojos, y poco a poco notamos cómo el avión despegaba.

Ahora sí, todo había comenzado, el avión había tomado un rumbo, estábamos las tres juntas. Ahora no había marcha atrás, ahora ya todo tenía UNA DIRECCIÓN.

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